Cada año, el Estrecho de Gibraltar se convierte en un escenario donde la naturaleza revela uno de sus espectáculos más grandiosos: la migración. El cielo se llena de alas que cruzan los vientos, desafiando las corrientes que separan dos continentes, y que emprenden un viaje épico, trazando rutas invisibles desde Europa hasta África y viceversa, siguiendo el instinto ancestral que los guía a través de cielos cargados de historia y misterio.

Durante la migración, el Estrecho no es solo una frontera geográfica, sino un puente que conecta dos mundos. Miles de rapaces y planeadoras, movidas por la búsqueda de nuevos territorios y mejores condiciones climáticas, surcan este estrecho corredor, encontrando en los cielos de Tarifa una encrucijada vital. Para los observadores que se detienen a mirar hacia arriba, el paso de las rapaces es un recordatorio de la majestuosidad del mundo natural, de su capacidad para superar distancias y fronteras.

Aquí, el viento y el relieve parecen hablar un idioma que solo las rapaces comprenden, mientras vuelan como sombras sobre el mar y la tierra. En su viaje, nos enseñan que la migración no es solo un desplazamiento físico, sino una lucha por la supervivencia, un ciclo incesante que ha conectado a estas aves con la humanidad desde tiempos inmemoriales.

"Las aves migratorias recuerdan al hombre el significado de la libertad y el valor de la vida." — Jacques-Yves Cousteau

 
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